El perro y los animales de granja de Francisco Javier Lavandera Villazón, un testigo clave del 11 M, fueron torturados y algunos muertos de forma terrible

Estado en que encontraron al perro. Más imágenes y vídeo sobre la noticia en El Comentario TV (advertimos que las imágenes son de gran dureza)Ocurrió a mediados de mes en la parroquia de
Deva, en
Gijón, el perro y los animales de granja de
Francisco Javier Lavandera Villazón, un testigo clave del atentado de
Madrid del 11 M, fueron torturados y algunos muertos de forma terrible. Lavandera es el testigo de la trama asturiana del 11-M, que ya alertó sobre la venta de explosivos de
José Emilio Suárez Trashorras y
Antonio Toro en el año 2001. Sin embargo la poderosa mafia del entorno minero asturiano no perdona y nuevamente, este no es el primer atentado, ataca esta vez a los seres más inocentes del entorno de Lavandera.
La mafia minera de los explosivos fue denunciada hace lustros por los primeros ecologistas, ya que era práctica habitual el uso de dinamita para la pesca en los ríos. Sin embargo las quejas nunca tuvieron mucho éxito y nuevamente, como en otros muchos casos, se utilizaba la figura del "humilde aldeano" que, según argumentaban los justificadores del tráfico ilegal de explosivos, gracias a la dinamita "distraída" en las minas podía tener una herramienta para solucionar argayos (derrumbes del terreno en los caminos) o eliminar rocas de sus campos. La realidad es que alrededor de los explosivos de las minas se creaba una mafia de redes extensas y tupidas que terminó por dar resultados tan horribles como lo ocurrido en Madrid el 11 de Marzo. Incluso después del atentado las empresas ponían pegas y excusas para no establecer controles estrictos en el control de los explosivos.
Las películas norteamericanas nos ofrecen una imagen de los testigos protegidos que se distancia mucho de la realidad española y el caso de Lavandera no es único. La administración tenía la obligación de proteger su vida, sus bienes y sus animales. Sin embargo no sólo siguen sin protegerle, sino que incluso se le quitó la pistola que le salvó la vida en el atentado anterior, una pistola que era la única defensa de este hombre, después de que el juez del Olmo le retirase la protección, en una decisión inconcebible, dada la importancia de su testimonio para esclarecer lo sucedido en ese atentado que costó la vida a doscientos ciudadanos.
Ahora un perro y varios animales de granja han pagado con su vida y sufrimiento la incompetencia de la administración.
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